A mí me han cambiado también el embrague, pero porque además, rascaba la marcha atrás. Los tirones los seguía dando, aunque en menor medida.
Con la perspectiva que da el tiempo de uso, me he dado cuenta de que los conductores que venimos de usar diésel desde hace mucho, necesitamos una re-educación cuando pasamos a gasolina.
El motor diésel da un par muy alto a bajas revoluciones, y permite iniciar el movimiento del coche sin apenas acelerar.
Al contrario, el motor de gasolina necesita unas revoluciones más altas para empezar a mover el coche. En términos coloquiales: hay que pisarle más.
Si no lo haces así, el coche protesta en forma de tirones, como si tuviera un desmayo de potencia, sobre todo cuando el motor está frío.
Todas estas circunstancias me llevan a pensar que es un problema mixto, a partes iguales entre nuestros viejos hábitos de diésel y el especial comportamiento de nuestros flechas.
Personalmente he resuelto el caso saliendo con un poco más de alegría al iniciar el movimiento en primera.